martes, 3 de enero de 2012

El Girasol

   El girasol siempre se gira en la dirección del sol. De mañana, él se gira hacia el Este. De tarde, para el Oeste. Él sigue el sol todo el día por el cielo, y por eso él recibe toda la energía del sol. Nosotros también podemos ser como los girasoles, siempre vueltos hacia el Señor Jesús, y adquirir toda su luz divina. La semilla del girasol crece en cualquier lugar. Tú también, puedes florecer y crecer adónde estés. Si crees y meditas en la Palabra de Dios en oración, también podrás dar semillas del Evangelio.

  Cuando el girasol crece, empiezan a aparecer pequeños brotes protegidos por capas de hojas. Y como esas hojas, tus padres, líderes, profesores, pastores, y hermanos mayores también nos protegen y ayudan a crecer. Y mientras más el girasol crece, más alto llega a ser, y su esqueje más grueso, dando el soporte para que esa flor grande permanezca de pie y de semillas. Así también tu esqueje espiritual tiene que crecer y engrosar, para que puedas dar testimonio del poder de Dios en tu vida. Dios es fuerte y nosotros, sus hijos también tenemos que serlo.

  Cuando el capullo del girasol se abre, los pétalos amarillos se forman hasta que su cabeza se queda como si fuera una corona dorada. Las bendiciones de ese crecimiento finalmente comienzan a aparecer.

  Y, así como en el comienzo, cuando nació de una pequeña semilla, ahora produce otras de sí misma, para nutrir a otras personas, animales y pájaros. Su testimonio también producirán sus propias semillas que alimentarán a tus familiares, amigos, y a todos aquellos que estuvieran a tu alrededor. Todos verán al Señor Jesus reflejado en ti, como si llevaras una corona dorada en lo alto de tu cabeza... pues te volviste a tu Señor y te pareces a Él.

  Haz como el girasol, busca la Luz cada mañana, y mantén tus ojos en ella.

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